lunes, 14 de noviembre de 2016

LA TÍMIDA CHICA

Había una vez en un pueblo poco poblado una tímida chica llamada "Mayelin" a quien le encantaba pintar, dibujar y todo lo relacionado con este arte. Mayelin la tímida chica realizaba cuadros hermosos y encantadores, pero ella no lo veía así y por eso no se los mostraba a nadie en el pueblo, por miedo de lo que fueran a decir sobre sus cuadros, los cuales eran obras de arte. Solo se los mostraba a su amiga Lisset a la cual ella le tenía mucha, mucha confianza y era una de las personas que la inspiraba a crear esas maravillas, aparte de su padre enfermo el cual era un gran escultor.
El padre de Mayelin le decía que si dejaba la timidez podría mostrar sus cuadros y así hasta se los podrían comprar y obtendría dinero para así poderlo ayudar con sus medicamentos como ella quería, Lisset su mejor amiga le decía lo mismo y que también podría ir a conocer la gran ciudad, donde habría muchas cosas más interesantes y nuevas que la inspirarían. Una noche Mayelin se encontraba pensando lo que su amiga y su padre le habían dicho, hasta que ella dijo:
-- Todo lo que me han dicho es verdad yo quiero ayudar a mi padre y también quiero conocer cosas nuevas e innovadoras.
En la mañana al levantarse le dice a su padre:
-- Iré a la ciudad a mostrar unos cuadros que he realizado, -- el padre le dice:
-- Está bien.
Ella sale muy emocionada y con miedo a la vez, por lo que le fueran a decir; al cruzar la esquina se consigue con su amiga Lisset y la invita a mostrar los cuadros.                 La amiga acepta y se van, cuando llegan a la plaza de la ciudad unos chicos se acercan y ven los cuadros y les dicen, esos cuadros se ven demasiado cursis nadie les comprara esa estupidez. A Mayelin esa horribles palabras la hicieron sentir mal, su amiga Liseth se da cuenta y le dice, tranquila en esta vida nadie ve las cosas del mismo modo pero si hay personas que si saben valorar y apreciar el trabajo de los demás, Mayelin sigue con su oferta de cuadros y se le acerca un señor mayor y le pegunta que como siendo tan joven podría hacer maravillas como esas, ella se sonroja y con timidez no le responde, el señor sigue observando los cuadros y le propone un trato, que si quería dar clases de pintura en un colegio de arte muy reconocido en esa ciudad, ella emocionada ni lo pensó porque era lo que le gustaba y sabía que así podría conseguir el dinero para ayudar a su padre y mudarse a esa ciudad, era lo que tanto soñaba y respondió un si de inmediato.
Moraleja: A veces no hay que dejarse llevar por los sentimientos y no creer lo que diga la primera persona que se nos atraviesa.